Los aristotélicos planteaban que “la Naturaleza aborrece el vacío”; una convicción que permeó todo el pensamiento filosófico y científico hasta el siglo XVII, y aún cuando después la existencia del vacío se transformó en una idea incuestionable, todos se apresuraron a llenarlo de cosas. Por esta razón la idea de vacío no tiene relación con la nada. Son conceptos distintos, y seguramente lo son porque la sola idea del vacío es aterradora.
Las últimas semanas estuvieron, irónicamente, plagadas de vacío; de esa falta de contenido físico y mental que nos termina empujando a estados emocionales de incertidumbre y pesar. La muerte de Francisco Martínez en Panguipulli, la crisis migratoria en Colchane, la llamada del general director de Carabineros a La Moneda, el silencio oficialista sobre el montañista Juan Pablo Mohr, y la lista puede continuar.
Abunda el vacío y no en cualquier lugar. Abunda en aquellos espacios donde no se le permite existir porque nos pone a toda la sociedad en un aprieto constante. El vacío es de Poder; de quienes nos representan y de quienes pretenden a futuro hacerlo también.
La muerte de Francisco representa el vacío de una institución que pocos años atrás gozaba del reconocimiento de todo un país y simboliza la decadencia de un mando que la tiene destinada a desaparecer. Podremos tener puntos de vista distintos, pero todos debiésemos coincidir al menos en que ese día ninguno de los involucrados se despertó con ganas de matar al otro. El vacío es de capacidades, pues resulta inentendible cómo un control de identidad termina con la muerte de una persona. Pero también es vacío legislativo, pues desde un principio se intuía que una legislación como esa traería aparejadas consecuencias como ésta.
La queja pública del general director de Carabineros Ricardo Yáñez por las palabras de la ministra Karla Rubilar es una expresión más de un vacío que ni Carabineros de Chile ni el Gobierno han sabido responder. Un arrebato que estuvo al borde de la deliberación porque precisamente la ausencia de poder hace irreconocibles los límites entre lo uno y lo otro.
El vacío también habita en la comparsa comunicacional que se llevó a cabo en Colchane, de la mano de un ministro de Relaciones Exteriores que termina vaciando de visión a un gobierno completo, dejando en palabra muerta el “compromiso moral de solidaridad” que tantas veces vociferó el presidente Piñera respecto de la situación en Venezuela.
Peor aún se siente el vacío cuando el mismo Andrés Allamand, sin previa consulta, excluye torpemente a extranjeros del Plan de Vacunación, ignorando no solo la ley chilena, sino que de paso exponiéndose a cuestionamientos internacionales por razones humanitarias. Ese vacío es el peor de todos, porque combina la falta de experiencia, conocimiento y prudencia que debe tener quien conduce una cartera como esa, pero también porque terminó de vaciar el único logro de este gobierno en años: el Plan de Vacunación, una cuestión que incluso en tiempos complejos como los de hoy terminó siendo de consenso general.
Por último, la semana la corona el ministro del Interior Rodrigo Delgado, quien en un programa de televisión reconoce, con el aparente objetivo de contrarrestar la molestia del alcalde de Colchane, que no le contestaron el teléfono ni tampoco los correos electrónicos. ¿Qué más vacío de poder que ese? Es la soledad que acompaña a quien le corresponde la supervisión directa de los gobiernos regionales y locales.
La lista de vacíos abundan: mandos medios delegados en regiones para solucionar crisis pero que se van de vacaciones a días de asumir, la triste metáfora del “¿Cómo quieren que no lo quememos todo?” de quien lidera a un partido político que también se va quedando vacío, el silencio de un gobierno indolente sobre el lamentable momento que está viviendo el reconocido montañista Juan Pablo Mohr, la ausencia de debate e ideas de quienes buscan representarnos en las próximas elecciones, entre muchas otras más expresiones de vacío.
Puede ser que este Gobierno ya haya terminado. Pero no el Estado. Es ahí donde está el debate que debe dar forma a un nuevo Chile, a un nuevo relato y a una nueva forma de practicar la política. Quizás por eso se extrañan candidaturas presidenciales conectadas con el sentido común ciudadano, porque también abunda vacío en esa farándula interna partidaria y sobrevendida por la prensa nacional a falta de conducción y liderazgo.
No se ustedes, pero yo sufro de horror vacui;le tengo terror al vacío.
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